Riesgos y equivocaciones, por Paloma Serrano Molinero

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Los niños siempre dicen la verdad, se comenta. Entonces yo, que ya no soy niña, podría mentir. Sin embargo, parezco más joven de lo que soy, así que podría también decir verdades. O escribirlas; porque como decía Zambrano, hay en el hablar un soltar palabras como en el escribir un retenerlas. ¿Y sacar?

Los niños también pueden sacar verdades. El otro día me pasó.

Llevaba tres años de tardes de madre hablando con niños y, por eso, andaba tan ilusionada con mis nuevas clases de literatura; así podría hablar con adultos —qué pesada siempre con los hijos y los libros, qué le voy a hacer, hablaré de árboles—. En fin, estaba en una fiesta infantil cuando una niña se acercó a mí y empecé a jugar con ella. Tan bajita y rosadita, debí de parecerle una nena al lado de mi marido, tan moreno y con la barba poblada. Me preguntó: «¿Es tu papá?». Nos miramos y sonreímos mientras yo le contestaba que no.

Pasa a veces: viene a casa el del gas y me pregunta si están mis padres y contesto que no, que están mis hijos, y pase que por aquí está la caldera. Y el otro día, comprando cervezas en un chino, el hombre se quedó parado antes de entregarme la bolsa y me preguntó:

  • ¿Tienes 18 años?
  • No.

«Tengo 34», respondí. Y como pasa a veces, nos reímos. Pero resulta que la niña, siendo niña, insistió: «¿Entonces, dónde está tu papá?» Y la sonrisa se me borró, aunque suavemente para no arruinarle el cumple a la pequeña.

Mi padre. También escribo mucho sobre mi padre; está claro que cada uno con sus temas, pero prometo escribir de árboles la próxima vez.

No sabía qué contestar porque no sabía cuál era la respuesta. ¿Dónde está mi papá? Su cuerpo está enterrado, su amor en mí, su recuerdo en mi memoria (de momento y, por si acaso, en mi novela Las palabras que te guardan). Tampoco podía mentir porque estaba hablando, soltando palabras, no escribiendo y reteniendo. Recordé entonces las palabras de Sartre: “Lo que acabo de escribir es falso. Verdadero. Ni verdadero ni falso, como todo lo que se escribe sobre los locos, sobre los hombres. He contado los hechos con toda la exactitud que me ha permitido la memoria”.

  • Lejos—, contesté al fin.

Se encogió de hombros, insatisfecha con mi respuesta:

  • ¿Y por qué no está cerca?— su mirada inquisidora e inocente a la vez.
  • Tienes razón—dije, —es que me he equivocado. Está cerca.

Se fue tan contenta y a mí me dejó esta sensación de necesidad e impulso que me obliga a escribir.

Supongo que hablando o escribiendo siempre es posible mentir y decir la verdad, pero a la vez existe el riesgo de equivocarse. Y como decía mi padre: sabemos que hay un riesgo, pero puede ser uno que estemos dispuestos a asumir. También decía que hay que reivindicar el derecho a equivocarse.

Yo me había equivocado. Sin querer mentir a la niña, no había dicho la verdad.

«¿Dónde está tu padre?»

Cerca. Muy cerca.

3 Respuestas a “Riesgos y equivocaciones, por Paloma Serrano Molinero”

  1. Fantástico artículo lleno de espontaneidad, inteligencia y muy buena creatividad. Cada artículo supera al anterior!!.

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