En el imaginario popular una odisea es un largo viaje lleno de peripecias. «¡Menuda odisea he pasado!», decimos a veces. Menuda odisea, exclamamos hoy, en 2022, haciendo referencia a la Odisea relatada allá en el siglo VIII a.c. Es el poder de las grandes historias, incluso de aquellas inventadas que convertimos en Historia.
La Odisea es una magnífica epopeya que cuenta las aventuras y desventuras de Ulises durante su retorno a casa —la isla de Ítaca— tras la guerra de Troya. Diez años tarda Ulises en arribar a las costas de su hogar y, sin embargo, el poeta Cavafis le insta a más: «desea que sea largo el camino». Porque, con permiso de Calderón,[1] la vida es viaje.
En el poema Ítaca, de Constantino Cavafis,[2] la voz narrativa se dirige directamente a Ulises: «Cuando te encuentres de camino a Ítaca…» Parece conocerle, le habla como consejero y guía. Y al dirigirse a él se dirige al lector, a ti, te habla de tu viaje metafórico. La odisea es el gran viaje de Odiseo; el tuyo es la vida.
Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.
En la primera estrofa Cavafis te insta a no doblegarte ante las dificultades. No se enreda en el lenguaje, con palabras sencillas lanza su profundo mensaje. Habrá interferencias y vicisitudes en el camino, elementos externos te desviarán, quizá te pierdas… Pero en el viaje, fundamentalmente, importas tú: la actitud del viajero determinará el éxito de su travesía. No temas a las malvadas criaturas mitológicas que quieren nublar tu ánimo. Nada de eso encontrarás en tu camino «si mantienes tu pensamiento elevado», el espíritu de aventura te proporcionará experiencias y saberes, y tu manera elevada de pensar podrá definir tu futuro. «A los lestrigones y a los cíclopes, al fiero Poseidón no encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma». En el trayecto podrán surgir problemas que son gigantes y dioses iracundos, mas solo si estás predispuesto a hallarlos, si tú mismo los colocas ante ti. Sí, habrá tormentas marítimas desatadas por el Dios de los océanos y los ríos cuando estés embarcado sobre las aguas; lo importante es cómo decidas enfrentarte a los cíclopes y a Poseidón, lo principal es si decides evitar las tormentas de tu interior.
Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
detente en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.
Cavafis le aconseja a Ulises —te aconseja a ti— que aproveche el viaje y no se apresure. Te desea muchas mañanas estivales, que son símbolo de vida y esperanza. Con frases cortas recalca las ideas principales: «Desea que sea largo el camino». Y retorna al tono confidente —«con qué alegría, con qué gozo arribes a puertos nunca antes vistos, detente en los emporios fenicios»— con frases largas, imitando una agradable conversación. No tomes atajos, te recomienda. Entrégate a los placeres del espíritu («adquiere […] perfumes sensuales de todo tipo») y a los placeres de la mente: «aprende y aprende de los instruidos». Estudia y cultívate con los que saben más que tú, no seas soberbio ni pretencioso; así crecerán tus conocimientos y tu valía. Sin grandilocuencias el poeta eleva tu vida cotidiana y tus asuntos ordinarios a la altura de una epopeya. ¡Qué alegría, qué gozo, cuánto bien haría leer este poema cada mañana!
Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.
Recuerda la importancia del hogar, recalca Cavafis en la tercera estrofa. La esencia de Ítaca, el deseo de regresar es lo que mantiene a Ulises en marcha, pero no debe apresurarse a volver antes de haber incorporado a su ser todo lo aprendido en su periplo. Tú tampoco. Cuando Ulises arribe en la isla, cuando tú llegues a tu destino no debes esperar grandes fortunas ni grandezas; serás ya «rico con cuanto ganaste en el camino». No esperes riquezas de la isla; lo que importa es el viaje, la vida, tu Odisea, la odisea de cada uno hacia su Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
La penúltima estrofa personifica a Ítaca. Es una madre que ha dado la vida a Ulises, ha criado a su rey. Sin todo lo que le ha dado su hogar no podría haber salido de allí, ni cumplir con su deber —y triunfar (el caballo de Troya que dio la victoria a Grecia fue ideado por Odiseo)— ni tampoco haber emprendido el viaje de retorno. ¿Y a ti, qué no te ha dado tu hogar, de la manera en que lo percibas? ¿Qué te ha dado tu Ítaca?
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.
Al final, al regresar puede que encuentres pobre tu hogar; quizá ya te dio todo lo que podía —como una madre que se entrega entera a su hijo— y eso es más valioso que cualquier tesoro. Y no pedirás más porque «así sabio como te hiciste» en tu travesía lo sabrás…
Lo sabrás y lo recordarás: qué significan las Ítacas.
El viaje de la vida, el día a día: esa es tu epopeya.
[1] La vida es sueño, obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca (1635).
[2] Constantino Cavafis fue un poeta griego del siglo XX, gran exponente del renacimiento de la lengua griega moderna. Nació y murió en Alejandría, Egipto (1863-1933).