Teoría de la Mentira: una nueva definición de la mentira

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La mentira, aquello de lo que ni se habla ni se escribe. Cecilio de Oriol

Es una muy interesante deliberación la que se nos ofrece a la revista de nuestros afanes. Por eso, y sin perjuicio de intervenciones con más fundamento y sosiego, me animo a esbozar algunas ideas incompletas que puedan servir de pistoletazo de salida.
Partamos de un hecho: el libro de Luis García Chico es un muy estimable aporte a un tema que está en la actualidad de nuestra vida, pero sobre el cual ni se habla ni se razona como debiera. Por tanto es bienvenido. Sin embargo, una ojeada sin prejuicios a la realidad social nos dice que se produce un curioso contrasentido. Al tiempo que la verdad es teóricamente exaltada como valor social y político de primer orden, en la práctica, la mentira impregna las conductas sociales y sobre todo las conductas políticas. Mentir con desparpajo e, incluso, mentir sobre lo mentido es pocas veces sancionado y, desde luego, nunca asumido por el que lo hace. La primera constatación de este hecho es la pérdida de valor social de la verdad. El autor tiene razón al distinguir la mentira del engaño. Pero la función de la mentira es engañar, es decir, sustraer al otro interlocutor (la mentira siempre es interlocución) una realidad que queremos ocultar. Porque la esencia de la mentira es su intencionalidad. Si prescindimos de la intencionalidad la mentira deviene en error, que es otra forma distinta de eliminar la verdad (se le dé el sentido que queramos a este peligroso vocablo).
En su intervención de más arriba hay una síntesis muy ajustada de lo que el autor piensa sobre el tema en seis enunciados. Nada que objetar al primero. En los demás hay materia para el debate. Iremos abordándolos.
Y una consideración conflictiva: la mentira no es un problema lógico, es un problema psicológico que, en ocasiones muy concretas, deviene un problema existencial.


El gris entre el blanco y el negro. Ana Juncos

“Teoría de la Mentira”, escrita por el pensador y jurista Luis García-Chico, es un ensayo multidisciplinar que aborda el estudio de la mentira por dos razones: primero, porque el autor considera que se ha definido mal a la mentira; segundo, porque mentir y engañar no son lo mismo y su diferenciación es importante, desde un punto de vista transversal, para las ciencias sociales.

Respecto a la primera razón mencionada, García-Chico ofrece a lo largo de las cuatrocientas páginas de su obra una gran cantidad de fuente bibliográfica para demostrar las incongruencias cotidianas que el ser humano tiene a la hora de tratar con la mentira: hipocresía, cinismo, polarización, sesgos, etc. Analiza desde la mentira en la política o en los cuentos hasta llegar a la ciencia o la magia, haciéndonos lectores de una nueva forma de interpretación del mundo alejando a la mentira de un tratamiento moral y sí funcional. Su aporte podría ser considerado desde el enfoque constructivista, pues la definición que da de la mentira es plenamente subjetivista y personalista: “mentir es crear, consciente e inconscientemente, escenarios alternativos a la realidad para una supervivencia más eficaz”. Esa hipótesis abre la puerta a considerar que el ser humano cuando actúa miente porque piensa, utiliza o hace cosas que no son reales hoy, pero como “las realiza” con su acción (según sus propias palabras), pueden ser verdaderas mañana; ese “puede ser” es lo que siembra la esperanza de aquel que miente en que su creación pueda ser verdad, y eso hace al autor diferenciarlo de “engañar”, donde hay un intención clara de negar a lo real sabiendo que se niega fraudulentamente. El libro es una constante exploración de esa hipótesis.

Según el autor, en las relaciones sociales la información está descentralizada, perdida, y hay que recogerla con escoba y recogedor. Según el autor esas herramientas nos las inventamos y eso provoca que exista tendencia al conflicto cuando empezamos a relacionarnos con otros sobre qué es esa escoba, o qué información hay que recoger, etc. Así, la imaginación y la creatividad tienen más peso en lo social que cualquier otra facultad, y de hecho, la inteligencia y la mentira serán dos formas maniqueas de llamar distinto a lo mismo (crear). El diferente grado de conciencia en el tratamiento de información provoca el diferente calificativo a la forma de crear con nuestra mente alternativas a lo real, por eso para García-Chico mentir y engañar no son lo mismo, porque aluden a planos de la consciencia distintos.

El autor insiste una y otra vez que un sistema de comunicación perfecto no existe porque la verdad, en las relaciones sociales, no suele ser tan evidente (de hecho asevera en numerosas partes del libro que la verdad es una mentira cualificada, o incluso, una alucinación). La forma óptima de interactuar socialmente, según el autor, será “asumir” que no existe una idea, un discurso o un método ideal, perfecto o verdadero, sino solo sujetos que disponen de unos recursos cognitivos y sociales escasos que les hace sobrevivir en el día a día en la forma que puedan inventarse, planteamientos que nos pueden llevar a términos tan conocidos como la comunicación asertiva. García-Chico llega así a una paradoja (“todo es mentira en las relaciones sociales”) porque niega a la verdad a cambio de proponer otra, y para salir de ese pozo sin fondo apela a un sistema de lógica paraconsistente defendiendo que la paradoja no es ni verdad ni falsedad, sino un “conjunto vacío” entre el pensamiento y el lenguaje que solo el ser humano puede “rellenar” con su acción y mucho tiempo; mientras tanto todo es mentira y verdad a la vez como tantas situaciones sociales, y su teoría también. Este punto resulta ser bastante sensato, porque en ningún momento García-Chico defiende que su teoría sea verdad, de hecho reconoce que es una sarta de mentiras. Sin duda, en ese apartado que dedica a la lógica de la mentira se echa en falta más profundización aun a riesgo de resultar en una lectura más complicada.

Un inconveniente de la Teoría de la Mentira es la falta de mayor aplicación práctica de sus principios. Condensa un buen cuerpo teórico, complejo pero bien dirigido, y desde una perspectiva filosófica su aporte es indudable. Tal vez porque necesita más tiempo de desarrollo requiera de otro esfuerzo más en ofrecer claramente el lado más práctico de su pensamiento; sí se aprecia en algunos puntos del libro, y donde lo hace la teoría se fortalece (ej. en política, crisis sociales o en psicología forense cuando desacredita las técnicas de detección de engaños o la prueba testifical), pero no parece tener esta obra ese fin destacado. Existe un punto interesante donde este libro puede suponer un añadido para la Teoría de la Mente, cuando se enseña la diferencia entre mentira y verdad, o incluso para la psicoterapia, pero García-Chico no hace ninguna concreción metodológica o práctica que busque integrarse en esa área de la psicología, y resulta difícil visualizarlo con plena toma de conciencia. Nuevamente no parece estar esta obra en el momento indicado para llevar a cabo esa tarea.

“Teoría de la Mentira” es una obra interesante y original, que abre una hipótesis crucial: ¿hemos definido bien a la mentira? Y si respondemos “no”, ¿qué efectos tiene? ¿Cuál podría ser una definición más eficaz? Es un ensayo filosófico más que psicológico, de fácil lectura en términos generales, que presenta como principal acierto poner en el centro de su análisis a la comunicación humana en su día a día, antes que a un concepto metafísico o técnico de difícil acceso. Como principal error, la desigual profundización práctica equivalente a su profunda amplitud teórica.

Este libro deja una reflexión bastante clara, y es que la verdad, en estos tiempos, no es que esté sobrevalorada, sino que hay que saber mentir, saber crear alternativas a lo real para lograr una reducción de la tendencia social al conflicto, y eso implica aprender a distinguir la mentira del engaño, y si conocemos qué es la mentira sabremos cómo se construye la verdad, pues como dice el autor: “la mayor verdad es la mejor de las mentiras”.


Teoría de la mentira: una nueva definición de la mentira. Luís García Chico 

Cuando hablamos del lenguaje como constructor de la realidad tenemos que tener en cuenta que la información social con la que trabajamos los seres humanos es subjetiva, tácita y dispersa. Subjetividad hace referencia al proceso de señalar al exterior y al interior de uno mismo y ponerle un nombre (ej. calificar cómo nos sentimos cuando sucede algo importante en nuestras vidas); cuando hablamos del componente tácito, me refiero a que no siempre hay una forma concreta de definir la realidad (por mencionar un ejemplo clásico, sabemos montar en bicicleta pero no sabemos explicar cómo es el proceso de equilibrio, velocidad, inclinación, para que no nos estrellemos). Y en último lugar, la información es dispersa, no todos compartimos los mismos modelos de creencias cuando nos relacionamos. De todo esto podemos llegar a identificar al lenguaje como un vehículo con tendencia al conflicto con otros o, incluso, con nosotros mismos. Ese conflicto es lo que nos arroja al problema de lo que definimos como verdad y mentira cuando hablamos de construcción de la realidad. En ese proceso, elegimos sistemas de pensamiento que llamamos verdaderos y señalamos otros falsos o mendaces, pero no todos vamos a estar de acuerdo ni en eso.

“Teoría de la Mentira” es un estudio multidisciplinar donde abordo ese interrogante: ¿cómo construimos la realidad? Y lo que resulta aún más importante: ¿hemos definido bien lo que es “mentir”?

A la hora de entender qué es mentir, distinguimos dos corrientes: monista (clásica) y dualista.

Según la perspectiva clásica mentir es decir, hacer o pensar lo contrario de lo que se cree, se siente o se piensa, con la intención consciente de hacerlo. Un ejemplo: es verdadero que el río Tajo está en España, pero le digo a Fulanito que el río Tajo está en Alemania para que suspenda un examen de Geografía. Miento, es decir, engaño según los clásicos a Fulanito. Según esta corriente, mentir y engañar es lo mismo, son sinónimos. Y esto es algo que ya sabemos, porque a lo largo de toda nuestra vida empleamos una u otra palabra para señalar esa situación donde se dice algo que no es sabiendo que no es. Autores que representan esta corriente serían San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino, lógicos como Aristóteles o Tarski, o científicos actuales como Vrij. A lo largo del libro ofrezco diferentes aportes que, así considero, superan a esta teoría mejorando su cuerpo teórico y reflejo práctico social.

Por otra parte podemos hablar de una perspectiva dualista, que defiendo bajo el nombre “Teoría de la Mentira”, donde mentir y engañar no es lo mismo, pese a que la segunda procede de la primera. Engañar sería crear un escenario alternativo a la realidad sabiendo que estamos negando esa realidad; esto sería básicamente la definición que emplean los clásicos tanto para Mentir como para Engañar. Un ejemplo de engañar sería el mismo de antes: engaño a Fulanito diciéndole que el río Tajo está en Alemania cuando yo sé que está en España. Pero, con la visión dualista añadimos que mentir sería crear escenarios alternativos a la realidad creyendo que es verdad. Vamos a emplear un ejemplo que hará más evidente la diferencia:

Velázquez, de vivir actualmente, nos engañaría si dijera que Las Meninas están vivas en su cuadro, pero Velázquez nunca pretendió engañarnos porque Las Meninas no están vivas en su cuadro; en cambio, sí miente al elaborar la obra y presentárnoslo, porque para dibujar a Las Meninas emplea materiales, como el óleo, que nada tiene que ver con la realidad de una persona, hecha de huesos, carne, músculos, etc. ¿Qué quiero decir? Cuando vemos el cuadro terminado nuestra mente ve esa pintura superpuesta, y pese a que no está hecho de carne o hueso, nuestra mente convierte la pintura en un ser humano porque nuestro cerebro lo permite, nuestro cerebro está abierto a ver alternativas de lo que es la realidad.  Velázquez ha creado algo alternativo a lo que es la realidad, mintiendo pero no engañando; la realidad sería que si quieres ver a Las Meninas tendrías que conocerlas en persona, y eso supone viajar en el tiempo, y Velázquez ha mentido, porque ha creado una forma alternativa de ver la realidad. Precisamente, lo que caracteriza a la mentira es que podemos plantearnos distintas formas de lo irreal y realizarlas. Si la verdad fuese, no estaríamos aptos a negarla. ¿Negamos? Sí. ¿Mentimos? Sí.

“Teoría de la Mentira” pretende destruir el sambenito inmerecido que siglos de filosofía y práctica social han creado en torno a la infame mentira; se trata de ofrecer así una definición aséptica moralmente, buscando la causa de nuestra ignorancia y duda. Dividida en dos partes, la primera ofrece una terapia de shock (se me permita la expresión) analizando desde esta nueva perspectiva a las distintas manifestaciones de lo mendaz, que abarca desde lo cotidiano (cuentos, cotilleos, ironía, autoengaño, etc.), pasa por el derecho, el error o la magia, y llega hasta la sociología diferenciando tres fases de evolución de la mentira en dinámicas de grupos (negación, matiz y negación de la negación).En la segunda parte del libro, se practica un análisis filosófico y psicológico de la mentira, donde se pretenderán demostrar seis axiomas desde una lógica paraconsistente que tolera la paradoja:

  1. La información es subjetiva, tácita, práctica, dispersa y personalísima;
  2. Toda relación social tiene tendencia al conflicto;
  3. Mentir es crear, consciente e inconscientemente, escenarios alternativos a lo real para una supervivencia más eficaz;
  4. Contradicción como síntoma;
  5. La verdad es una mentira cualificada: la mayor verdad es la mejor de las mentiras;
  6. Todo es mentira en las relaciones sociales.

Tras haber dedicado más de diez años al estudio y desarrollo del presente libro, seguido muy de cerca por mi maestro Miguel Catalán, una vez publicado solo queda ofrecer espacio al diálogo y a la deliberación sobre la mentira. Tal vez su estudio sea uno de los grandes propósitos que los científicos sociales y los filósofos nos podamos proponer para este siglo.

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