¿La Navidad tuvo orígenes paganos?, por Fernando Rivas Rebaque

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¿Por qué celebramos la noche del 24 al 25 de diciembre como la fecha del nacimiento (Na[ti]vidad) de Jesús cuando ninguno de los testimonios más antiguos que tenemos sobre él mencionan el día exacto de su nacimiento, y hasta el propio Clemente de Alejandría, en torno a inicios del s. III, nos habla con ironía de que en su tiempo algunos habían fijado el nacimiento de Jesús el 20 de mayo, otros el 20 de abril, e incluso otros el 17 de noviembre, y “no se contentan con saber en qué año ha nacido el Señor, sino que, por una curiosidad excesivamente atrevida, van a buscar también el día” (Stromata I,21,145)?

            Para responder a esta pregunta nos tenemos que remontar a unas fiestas (saturnalia) que se celebraban en Roma desde comienzos del s. III a.C. en honor de Saturno, dios de la agricultura. Aunque inicialmente era solo un día (17 de diciembre), aprovechando el final de los trabajos del campo y la cosecha de invierno, fue tan bien acogida la fiesta que se amplió a siete jornadas (del 17 al 23 de diciembre), a pesar de las propuestas posteriores de algunos emperadores como Augusto y Calígula de reducir los días. En estas fiestas se adornaban las casas con decoración vegetal, se encendían velas y antorchas para celebrar la venida de la luz (el 21 de diciembre es el solsticio de invierno, a partir del cual los días son más largos), se hacían regalos entre las familias y los amigos, y había numerosos banquetes, tanto públicos como privados.

            A estas fiestas dedicadas a Saturno habría que añadir la que se celebraba el 25 de diciembre en honor del Sol Invicto (Dies Natalis Solis Invicti). Relacionado en sus inicios al nacimiento de Apolo (dios del sol, Helios que vence a la oscuridad), a partir de la dinastía de los Severos a comienzos del siglo III d.C. este Sol Invicto es asociado con diversas divinidades solares procedentes de Oriente, y en el año 274 el emperador Aureliano lo convirtió en culto oficial del Imperio. Un culto continuado por otros emperadores romanos con posterioridad hasta el 380, cuando el emperador cristiano Teodosio prohibió su culto, al tiempo que cambio el nombre del día de descanso, que de dies solis (día del sol) pasará a ser denominado dies dominicus (día del Señor = domingo).

            Desde el comienzo las comunidades cristianas solo tenían una fiesta semanal (domingo) y otra anual (la Pascua) para celebrar el día del Señor, Fue en el siglo IV cuando apareció la fiesta de la venida del Señor. En este caso no se trataba tanto de conmemorar el día del nacimiento de Jesús, de fecha dudosa, cuanto de combatir las fiestas paganas relacionadas con el solsticio de invierno que se celebraban en Roma en el 25 de diciembre y en Oriente (sobre todo Egipto) el 6 de enero. Una celebración que venía además a reafirmar la plena divinidad de Jesucristo que se había proclamado en el concilio de Nicea (325) frente a la herejía arriana: Cristo era el auténtico y verdadero “Sol de justicia” (Malaquías 3,20) y “luz del mundo” (Juan 8,12); idea sincretista apoyada por el propio emperador Constantino, pues favorecía el encuentro de los fieles de los dos cultos en un mismo día.

            La sustitución de la festividad pagana por la cristiana se produjo en Roma a inicios del siglo IV, como indica el primer documento donde aparece esta fiesta, la Depositio martyrum, lo que nos hace pensar que hacia el 330 ya se celebraba el nacimiento de Cristo en el 25 de diciembre (VIII Kalendas Ianuarii natus Christus in Bethleem Iudeae).

Era una celebración que se festejaba en la basílica de San Pedro en el Vaticano, justamente el lugar donde el pueblo romano iba a adorar a las divinidades orientales, facilitando de esta manera la conversión al cristianismo sin abandonar las festividades pagana. Así lo muestran los testimonios de los papas Julio I y Liberio, que decretaron en el 350 y 354 respectivamente la celebración del 25 de diciembre como nacimiento de Jesús, aunque acompañado por otros acontecimientos cercanos al mismo como la adoración de los pastores y de los magos, o la matanza de los inocentes por Herodes, como describe Optato de Mileve hacia el 360.

De hecho, a finales del siglo IV la fiesta de la Navidad se prolongó con las solemnidades de san Esteban, de san Juan y de los Santos Inocentes, a los que Oriente añadió los apóstoles Pedro y Pablo. Y cuando en Roma se amplió la fiesta de la Navidad con su octava correspondiente, esta estaba dedicada a la maternidad divina de María (1 de enero), en clara concordancia con la fiesta oriental en este mismo día de María, Madre de Dios (Theotókos).

En Oriente, el primero en mencionar la fiesta de la Navidad es Gregorio de Nacianzo, que la celebró en el año 380 en la pequeña iglesia de la Anástasis (Constantinopla). Seis años después, Juan Crisóstomo pronunció en Antioquía un panegírico de san Filogonio (20 de diciembre), anunciando la próxima celebración del nacimiento de Jesucristo, y cinco días después alabó al pueblo que se había reunido para la festividad, señal de que ya se celebraba con anterioridad.

A fines del siglo IV la noble hispana Egeria comenta en su Itinerario que el nacimiento de Jesús se conmemoraba el 6 de enero en dos sitios: en Belén durante la noche, en la basílica construida sobre la gruta de la Natividad, y de día en Jerusalén. Pero Melania la Joven escribe en torno al 439 que la fiesta ya se celebraba en Jerusalén el 25 de diciembre.

En Egipto, el monje Juan Casiano, a principios del s. V, comenta cómo la Epifanía (6 de enero) era considerada como el día de la Navidad, aunque poco tiempo después (432), Pablo de Émesa pronunció un discurso el 25 de diciembre viéndolo como la navidad.

De esta manera, en poco menos de un siglo la celebración de la Navidad en el 25 de diciembre, nacida originariamente en Roma y extendida Occidente, había invadido también el Oriente cristiano, aunque aquí se mantendrá la Epifanía (6 de enero) como la fiesta principal.

La representación iconográfica de la navidad, que hasta la primera mitad del siglo IV se había reducido a escenas de las profecías del Antiguo Testamento, sobre todo Isaías, acerca del nacimiento del Mesías de una virgen o la estrella que anuncia su venida al mundo, ceden el puesto a imágenes más realistas que muestran la realidad de la existencia terrena de Jesús y el anuncio de su llegada a los pastores (pueblo hebreo).

Así, en el 343, el sarcófago más antiguo que nos ha llegado presenta como elementos fijos el Niño envuelto en pañales y reclinado en el pesebre, y el buey y el asno de los que hablan Isaías (1,3) y Habacuc (3,2). Poco más adelante a la escena del nacimiento se les añadirá la adoración de los Magos, representados como altas autoridades y con vestiduras orientales, y las escenas de pastores, con su pobre vestimenta y el báculo o instrumentos de trabajo en sus manos, adorando al Niño o señalando a la estrella. Asimismo, al inicio Maria aparecía sentada al lado el pesebre, pero a partir del siglo VI aparece muy a menudo tendida sobre el lecho, para mostrar el sufrimiento del parto y la encarnación de Jesús. En cambio, José, que aparece en las escenas de navidad a partir de la primera mitad del siglo V, suele estar sentado y en ocasiones de pie junto al Niño. Sobre el lugar del nacimiento, mientras en Occidente el pesebre aparece bajo techado o en una cabaña, en Oriente se prefiere representarlo en una gruta o al descubierto.

Y hasta aquí podemos decir.

3 Respuestas a “¿La Navidad tuvo orígenes paganos?, por Fernando Rivas Rebaque”

  1. Muchas gracias por esta información histórica, de gran valor y que explica una fiesta de tanto calado para nosotros, los cristianos. Como siempre, el contenido es excelente.

  2. Interesante artículo, pero tenía entendido que existe otra teoría relacionada con el concepto de la “edad integral” de Cristo que negaría el origen pagano de la Navidad. Esta argumentación estaría basada en la creencia judía de que todos los grandes profetas nacían (o eran concebidos) y morían el mismo día. Resumiendo mucho el tema, si Jesús murió un 25 de marzo (como algunos cristianos pensaban), esto implicaría que también fue concebido en dicha fecha. Si sumamos 9 meses, tendríamos la fecha del 25 de diciembre. ¿Qué opinión le merece esta teoría como especialista?

    Asimismo, parece que hay testimonios previos al Depositio martyrum en el que se menciona la fecha del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre (como en un comentario de Hipólito del año 204, como indica Benedicto XVI en una audiencia de 2009):

    ” El primero que afirmó con claridad que Jesús nació el 25 de diciembre fue Hipólito de Roma, en su comentario al libro del profeta Daniel, escrito alrededor del año 204. Algún exegeta observa, además, que ese día se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo de Jerusalén, instituida por Judas Macabeo en el 164 antes de Cristo. La coincidencia de fechas significaría entonces que con Jesús, aparecido como luz de Dios en la noche, se realiza verdaderamente la consagración del templo, el Adviento de Dios a esta tierra… ”

    Benedicto XVI
    Audiencia General del Miércoles 23 de diciembre de 2009

    ¿Qué opina de esto? De ser estas fuentes fiables, el origen pagano de la Navidad no dejaría de ser otro mito más.

    Un saludo,

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