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La venganza es un sentimiento inseparable de la victimización. Otra cosa son los mecanismos psicológicos de socialización de la venganza que van desde la pura y dura represión a la sublimación. Y, muchas veces, a una forzada y no elaborada ocultación de los sentimientos.
La justicia en el mundo actual occidental está basada en la expropiación de la venganza. Y, evidentemente, se le expropia a la víctima. Es por eso por lo que, a despecho de lo que diga, la victima ve a la justicia como profundamente injusta y radicalmente insatisfactoria. Si a esto se añade la propuesta rehabilitadora y no punitiva del agresor, el encono de los sentimientos de la victima, su represión o su mero ocultamiento hace que la víctima sea además lesionada por un conflicto interno que puede ser de una intensidad muy notable.
A la víctima se le niega la venganza y no se le ahorra humillación. Por que el no poder vengarse es radical y profundamente humillante.
Aquí hay que irse, de nuevo, y como tantas veces, a la Iliada, a Aquiles y a Patroclo.