El valor de la poesía, por Cecilio de Oriol

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Para acercarse al misterio del hombre es preciso hablar de lo inefable. Esta es la primera gran contradicción: hay que hablar de lo que no es posible hablar.

Un atisbo: Leer y sentir un relato escrito en 1935 por Manuel Llano en una obra que tituló “Retablo infantil”.  Se llama “La tía Esperanza” [Manuel Llano (1898-1938)]. Ha sido editado en 1997 por la Universidad de Cantabria y tengo un ejemplar en la biblioteca.

Palabras como amor, compasión, ternura (y también tristeza y probablemente otras muchas) no son accesibles al análisis, aunque si a la descripción que es el gran recurso del escudriñador de la vida. Observar y describir, que es el aprovechamiento mas estupendo de mirar y saber ver.

En la tía Esperanza hay todas estas emociones, sobre todo amor (de ella) y compasión infinita del maestro escribidor. Lo que no hay precisamente es esperanza. Nadie cambia y todo cambia después de la carta que, en el relato, se escribe y se recibe.

Quizá en esto radique lo específicamente humano.

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